Esta es la historia de una niña gitana que empieza a estar cansada de rodar de aquí para allá. Vive con su familia a orillas del río Ródano, en una fábrica abandonada de la localidad francesa de Arlés. Tiene ocho años y ha vivido cuatro expulsiones violentas que recuerda como ráfagas indeseables de fotogramas en blanco y negro. “Estaba durmiendo. Hacía frío. De repente, escuché un estallido y la puerta se abrió de golpe. Gritos. Dos gendarmes. Uno de los gendarmes puso un arma en mi cabeza. Hicieron lo mismo con mi madre, que sostenía en brazos a mi hermano de 2 años. ¡Afuera! Más gritos. Ni siquiera pudimos recoger nuestras cosas. Estábamos en la calle. Hacía mucho frío”.
El dueño de la propiedad ocupada por la familia quiere vender el terreno a una promotora que construirá un edificio de apartamentos privados. Tienen día y hora para abandonar el emplazamiento que durante 18 meses ha sido su hogar. Hace seis años que Florin y Rodica salieron de Rumanía. Tienen seis hijos con edades comprendidas entre los 14 y 5 años y a Gabriel, de dos meses. Los hermanos de Alicia viven atemorizados. Las expulsiones les han dejado secuelas psicológicas que cada vez son más palpables. Alicia reacciona con rebeldía. Es valiente y contestataria, pero hay una cosa que no entiende: “¿Por qué no nos quieren?”
La adhesión de Bulgaria y Rumanía a la Unión Europea favoreció la emigración de cientos de familias gitanas, que confiando en mejorar sus precarias condiciones de vida decidieron abandonar sus países para establecerse en asentamientos repartidos por diferentes puntos del territorio francés.
En el verano del 2010 Nicolas Sarkozy, anunció un programa de expulsiones masivas que incluía a "todos los nacionales de Europa oriental en situación irregular". Alrededor de 700 gitanos de origen búlgaro y rumano fueron devueltos a sus países.
A pesar de que en su discurso de campaña el presidente François Hollande mostraba una postura más integradora que la adoptada por el gobierno de Nicolas Sarkozy, durante su mandato se continúan ejecutando expulsiones y desmantelamientos de campamentos gitanos.
Tanto el gobierno actual como el anterior justifican sus políticas de inmigración y ambos niegan que sus medidas sean de naturaleza racista y xenófoba. Coinciden en que el objetivo de las expulsiones y los desmantelamientos de campamentos gitanos no es otro que garantizar la seguridad del país y sus ciudadanos.